Milagro en la vía

 

Siglo XXI en alguna polvorienta calle de  Ciudad Gatillo.

 

Un mocho de brazo embasucado ronda cerca de una jovencita que le falta una pierna; en harapientas prendas pero dotada de esa belleza que todos los jóvenes tienen. Ella está sentada en el piso metiendo sacol (quien sabe que maravillosos mundo estaría recorriendo esta jovencita quizás pasen aventuras más sorprendentes que las que paso Alicia en el país de las maravillas). El embasucado también tenía su mente fuera de la realidad (estaba en plena rumba).

Los alucinados mundos del embasucado y la mocha colapsarían a causa de un golpe. La niña quien le faltaba un pie y metía sacol sintió que la agarraban con fuerza de una mano, era el embasucado quien en su “viaje” fue de repente poseído por una lujuria feroz, le pidió a ella que le concediera una pieza y le estiró el brazo mocho. La tomó por el único pie que tenía y la jaló con fuerza hacía él, le acabó de rasgar los harapos , sacó un miembro sucio grande y cabezón y lo puso sobre la cara de la niña, está solo hizo unos movimientos torpes tratando de evitarlo pero sus forcejeos fueron en vano, luego el embasucado le puso el miembro sobre el vientre en sus pequeñas manos se veía grande muy grande. Luego sin ni siquiera escupirle la cabeza penetró a la niña por el culo con violencia.

 

En ese momento un ciego dijo: - Que es lo que estoy viendo (en voz baja) ¡Lo Estoy viendo hijueputa! Gritó entonces, luego cruzaba la calle un tullido y cuando vio lo que pasaba se levantó y corrió hacia allá; un sordo al escuchar la algarabía también fue.

 

 

Estaban ahí juntos el bazuquero, la niña, el sordo, el tullido y el ciego… La niña sollozaba, lo vi hijueputa! déjeme a mí también! Dijo el ciego, y a mí! dijo el tullido, el sordo dijo después de escucharlos solo me queda unirme.  Todos sacaron su miembro y empezaron a penetrar a la niña ; por la boca, el culo, la vagina, de a uno, de a dos, hasta que se saciaron, dejando  sin vida el cuerpo de la mocha, lleno de heces, sangre y fluidos genitales, moretones y al lado su frasquito de sacol. El cadáver de la mocha fue llevado a la morgue donde también sería objeto sexual y lo mismo ocurriría en el cementerio donde don Etelberto Quintero usaría sus huesos para penetrar a su hijo y matar a su mujer. 

 

Su Bajeza