Carmen

 

Antonio

 

Carmen es enfermera, sale del turno de 8 A.M – 2 PM; y va para el parque, en donde tenía ya prevista una cita con un mozuelo. Así, que terminó de sondiar el último viejo prostático; un anciano calvo y lujurioso, con el monte de Venus hecho un verdadero monte y le espeto un par de piropos, antes del sondeo.

 

Ella con cierta amabilidad y tratando como de cortar las intenciones del viejo le dijo: - ¡Haber don! Esto le puede doler un poco. Y le introdujo la sonda, retírose los guantes, llena el reporte y se retira. De camino al parque, varios señores y jóvenes le lanzan piropos a la hermosa Carmen. Eran sujetos rastreros pero aún así vociferaron sin remordimiento alguno los siguientes: -“Uy mami, si así como camina cocina, me le como hasta el cagao”; y el otro dijo – “Mi amor yo me le como un bollo licuao con milo”. A lo que ella respondía, con el tongoneo de sus caderas y esa sonrisa tan blanca como los lirios.

 

Con su autoestima tan alto como la Luna, Carmen, caminaba como sin tocar el suelo. Su destino mediato; el parque, en donde a lo lejos alcanza a distinguir a Antonio, sonríe (ella) para sí y avanza. Las miradas de los transeúntes se concentran en su hermoso rostro, sus bien formados senos, y su voluminoso

derrier. Avanza un poco más y Antonio la descubre, y Antonio sonríe con cierta picardía al reconocerla: - “¡Uy rico!” dice para sus adentros. La espera con una sonrisa tipo emoticón, al llegar se saludan con cordialidad amorosa y cierta timidez, esa propia de los amantes.

 

- ¿Hola, cómo estás? Dice ella, - Aquí esperándote, le responde, Antonio.

Todo es sonrisa, coqueteos, abrazos. Sus miradas se pierden la una en la otra, el rostro magistral mente tallado de Carmen, ocupa con su destellante sonrisa, el campo visual del galante Antonio, que se perdían en momentos promisorios de  momentos gratos. Acariciaba sin cesar el talle de Carmen y ésta, girando al compás de los cuerpos abrazados, consumida por un regocijo de magnitud inconmensurable; su corazones furiosamente latiendo, sus pechos oprimidos y sus labios acercándose ávidos de picardía se amalgamaban, la bella Carmen y su apreciado Antonio en un beso y luego otro.. Bajan sus miradas se toman de la mano, se sonríen, entrelazan sus manos a la altura del codo y en lo posible se juntan y avanzan por el parque entre finas coqueterías de parte y parte.

Siguen su sendero de coqueteo y juegos hasta llegar al apartamento de

Antonio a eso de las 3 PM, saludan al vecino Guillermo, el cual el observa detenidamente a la bella Carmen.

 

Entran al apartamento de Antonio acalorados, y se despliegan a seguir con su delirio, el agitado Antonio posa sus manos sobre la agraciada cintura de

Carmen y esta posa sus manos, sobre el pecho de Antonio. Antonio sin mengua alguna, desliza su mano por el blanco y delineado culo de Carmen, la que no con menor en empeño lleva su mano al botón del Jean del joven

Antonio. él que arde como yesca en pipa de marihuanero, de deseos por tomar posesión carnal de la escultural Carmen. La bella enfermera, hambrienta de pasiones ase con fuerza el pene endurecido, agrandado y erguido a vigor de la pasión que despierta la imagen pornográfica de su querida Carmen. Lo extrae del calzoncillo goteando, la cristalina lubricación, agitan con cierta calma pero con sumo deseo el prepucio de Antonio quien ya ha desnudado casi completamente a Carmen; que besa corta y apasionadamente a Antonio. Una sala solitaria atestigua el acto, un Picasso chiviado, un par de materas, dos porcelanas, un cuadro del Señor De Los Milagros de Buga, resumían el arte de la sala. Carmen y Antonio completamente desnudos, el sobre ella, con su prepucio tan adentro como media tragada en el zapato, dentro de la vagina de Carmen, de senos hermosos, grandes, henchidos, de pezones rozados y puntudos.

 

Desbordaban de pasión en el par de amantes, repiten una y otra; y otra; otra; posición; y sacian su sed de caricias y tornasen, abstraídos en el detalle de sus amores. Antonio aunque deseoso esperó, Carmen por su parte, recordó que debía regresar a Casa, - se me hizo  tarde, dijo. Antonio observa por última vez el cuerpo desnudo de la mujer más bella que jamás había tenido, blanca con un lunar pequeño en sus redondas nalgas, que estaban algo marcadas por el ajetreo del acto, su espalda fina, su cabello negro que caía tiernamente sobre el resto de su prodigioso cuerpo. La sangre volvía a llenar el cuerpo cavernoso del pseudo saciado Antonio, pero ya era todo por ahora, Carmen debía retirarse. Vístose Carmen de nuevo de blanco y púsose, sus crocs de goma: se arregló un poco debía estar presentable. Antonio aún desnudo, se levantó y se despidió de abrazo y beso, de la por él sumamente apreciada Carmen. Ella le respondió, como por modales sin embargo, estaba preocupada.

(Carmen sale del apartamento de Antonio)

 

Guillermo

 

Carmen va de regreso a casa y va algo tarde, Manuel espera por ella… Manuel sale temprano del trabajo a eso de las 12 del medio día, salió del almacén para alistarse y verse con Carmen, mujer de sus ensueños y conseguida a fuerza de mil dadivosos obsequios y halagos. Manuel no es un man sobre dotado de gracia, como Antonio pero por ahí decían que tenia su encanto, caminaba por la calle mientras el viento le sopablaba la cara y le movía la mota, que sin duda sobrelucen en su peinado, advierte un cordón de su zapato suelto, avanza un poco y se decide amarrarlo ya casi doblando una esquina, al terminar y ponerse de pie ve a Guillermo, que acaba de voltear y va en línea recta hacia él.

 

Guillermo es un amigo de Manuel, es uno de esos amigo de confianza pero con el que se ve poco, razón por la que Carmen no le conoce, pero él a ella sí

Bien, Manuel acelera  el paso un poco, hasta que alcanza al buen Guillermo.

- ¿Qué más? ¿Qué se dice? ¿Qué me cuenta? – Manuel, vaya sorpresa, -

¿Qué hay de ti? - Pues yo salgo del almacén, porque me voy de juerga con la

Carmen. ¿Pero que hacés? - ¿Nos tomamos unas amarguitas? - ¡Pues hombre! Como no, jajajajajaj - ¿Y que hacés por estos lados? – No pues salí a airearme un poco y a dar una vuelta, para ver si dejo así sea por un instante, esta vida sedentaria. – A dos cuadras hay un bar, vamos ahí, hay una tetoncita que atiende, divina – Uyyyy, camine haber – Ay mirá esa belleza que va en la otra cera, y le señaló con una mueca en la boca – Adiosito mame. La joven la vio desdeñosa y continuó su camino, al tiempo que Manuel y Guillermo entraban al bar.

Era un sitio como muchos, con mesas de madera y el hálito del alcohol invadiendo el recinto, se sentaron en una mesa que daba contra una pilastra y entonces dijo Guillermo: - ¡Lucia! (Eh hizo una seña con los dedos indicando que trajera dos cervezas) - Esta es la nena, ¿Esta linda, no? – Ufff, que si que, se le va es toda, sonrieron ambos.

Pasó un momento y venia Lucia, de sonrisa tan gigantesca como sus senos con las dos cervezas: Una en cada mano. – Ahí tiene Manuelito. Respóndole,

Manuel si dilación alguna, - bueno corazón. (a Lucia sin darse la  vuelta), ambos automáticamente dirigen la mirada rauda a las posaderas de la copera, se miran como diciendo: “Ay señor que desperdicio, que rico”. – Pero como que es cliente fijo usted, aquí, jajajaja. – Jaja, si, si, aquí me tomo las “chelitas”.

Entre chistes y chanzas pasó el tiempo y las cervezas.

Bastante alicorado, Guillermo ve la hora y dice para si. “en una hora me voy”.

Entonces nota que Guillermo cambia de semblante, ahora se ve algo lúgubre, triste y le pregunta: - ¿Qué pasa? – Es Andrea, ¿Otra vez con eso? – Si. –

¿Y ahora que pasó? – Me di cuenta que no solo me era infiel con José, sino que con Ramón también – ¡Vamos! Es una perra, así son todas ¿A que tanta lamentación pendeja, eh? – Tienes razón, todas son unas perras – ¡Terco hasta que al fin comprendes! – Hasta Carmen - ¿Cóoomo? – Si, que ella también – Y a què la traés al caso – ¡Pues a esta hora mi vecino Antonio, a de estársela cogiendo! – ¿Bromeas? – No, demuéstralo – Bueno, vamos.

Se levanta Manuel de la mesa, libido pero de la ira, llama a Lucia y cancela sin la melosería de la llegada. Toman un taxi y avanzan hacia el lugar de los hechos, en el camino, Guillermo le cuenta entre mareos y disartria lo que había visto en la tarde. Manuel, no lo podía creer, decía que eran calumnias, suscitadas por el ardor del desengaño de Guillermo con Andrea. Eran las 7 pm y salía Carmen de la casa de Antonio, Manuel asombrado e iracundo, le pidió al taxista y en la esquina dejo a Guillermo.

 

-¡Ay de mi!, ¡maldita sea! ¡Sino malayo!, ¡perro devenir!, ¡siniestra suerte!,¡ay de mi!, ¡la mujer de mis amores!,la dulce y encantadora Carmen, ahora bañada en hiel y desabrida! ¡oh dolor mío! ¡Cuánto empeño para falsa prenda!, ¡Cuánto halago a mujer vana!, ¡cuantos obsequios ah impía necia!, a maniquí hipócrita!, a mente desleal!, gozaba yo en la ignorancia de su cuerpo sobre-usado, bandida! Hado no te ensañes contra mí de esta manera, ¿a qué tantas atenciones? Cuantos te quiero, te amo. ¡Falsía!, ¡falso!,¡falso de toda falsedad!¡mozuela zaina!, lacaya del demonio!, y yo, que me enamoré locamente de ti, que abordaba toda proyección futura con tu presencia… arpía!

¡Mala mujer!, ¡Ah desgraciados de ti y de mí!

Mientras Manuel decía esto se mordisqueaba de la rabia, y bebido del licor y furia dejo salir lagrimas de su rostro ahora descompuesto a causa del alcohol y la situación, se bajo del taxi en su casa. Ahora sumergido en el llanto clamaba por que fuera un sueño, mientras pasaba sus manos por el rastro enjugado por las lágrimas volvió en sí. Y tomó todo con una misteriosa calma, decidió darse una ducha y esperar a Carmen. En eso Carmen apurada ya había llegado a su apartamento tenía en este; la foto familiar y muchas fotos de ella y Manuel. Era un apartamento pequeño pero muy ordenado y limpio. De frente se veía el diploma de enfermera, su cuarto colonizado por innumerable cantidad peluches, dados por sus también innumerables amores.

 

La hermosa Carmen se desnuda muy a prisa, toma un baño ligero se pasa el jabón rápido por esas tetas monumentales y el no por pocas, envidiado derrier, pone mucho empeño en lavar con jabón intimo todo rastro de la placentera tarde.

 

Ya cumplido eso Carmen va al cuarto y se viste; se coloca un brasier negro con encaje bellamente diseñado en su tez blanca como las nubes que compiten con ella en belleza, luego un hilo dental, envidia de gran cantidad de sujetos que fervorosamente desean estar en tan privilegiado lugar, se coloca una blusa escotada color negro con un letrero que dice: i <3 the flowers, quedando ajustado con perfección al bello cuerpo.

 

Toma una minifalda corta azul, detallada con unas volutas en dorado y se la pone presurosa, su cabello crespo descendía con la naturalidad del caso en perfecta combinación con su blusa, se dirige al baño, toma el cepillo y rápidamente da un pason por su boca de labios carnosos y hedorosos a fluido genital… toma el enjuague, hace gárgaras, deja el cepillo sobre el lavamanos y se va. Olvido aplicarse loción, llama un taxi.

 

Manuel se vistió y espero todo el tiempo ensimismado e inexpresivo, no veía en su semblante mueca o sentimiento alguno. Tocan el timbre triiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnnnnnnn, es Carmen el abre, ella con blanca sonrisa le dice abriendo los brazos; mi amor ¿como estas? Y lo besa. – muy bien mi vida,(lo dijo con una calma abrumadora la abrazó y la hizo seguir) ¿nos vamos? – sí, ¿que esperamos?

Jajajaja –bien.

 

Se fueron en taxi, él le dijo al taxista; me lleva al parque de san Fermín por favor!, -con gusto! (le respondió el taxista) que escuchaba un desabrido vallenato. -corazón. (Dijo Carmen) te vez muy guapo hoy!, ya te dije que te amo? – sin duda vida mía, sin duda que lo sé. (Respondió Manuel) el taxista le veía por el espejo retrovisor las tetas a Carmen y la entrepierna pues la corta minifalda dejaba poco a la imaginación, poniendo solo la atención necesaria a el camino. Carmen y Manuel se abrazaron en el camino y guardaron silencio, pero era un abrazo en el que Manuel era abrazado y no abrazaba aunque puso su mano sobre la esbelta espalda de Carmen, no parecía verse esa pasión de los enamorados (cosa que no noto Carmen). El taxi se detiene Manuel paga y se baja, al bajarse pisa una mierda de perro, ve la suela del zapato y ríe, Carmen le acompaña con la risa.

 

Se limpiaron en el verde prado del parque y se dirigen a una banca alejada, empiezan a besarse y del rostro de Manuel empiezan a salir las saladas lágrimas. Pobre alma, recuerda todo lo sucedido con sumo pesar, la ira se enciende como se encendió en la tarde Carmen con Antonio, con el mismo furor, pero con sentimiento distinto. De momento Manuel se pone de pie y va con dirección al río que no estaba muy lejos de ahí, Carmen sonríe algo sorprendida, pero aun así no va con él.

 

Manuel trae una gran piedra blanca en forma de corazón, momento antes de llegar de nuevo donde Carmen la esconde a sus espaldas como quien trae una sorpresa. –cierra los ojos le dice. – ¿sorpresa? ¡Vale!. Y Carmen los cierra.-no los vayas a abrir! – no! Contestó y cerró los ojitos e hizo una mueca que hacen los niños. – PERRA!!!!! Gritó y lanzó la piedra con vigor sobre la nuca de Carmen que cayó al piso inconsciente. Manuel la arrastra hacia el rio, y en eso siente la tibia respiración de Carmen aún con vida, ve su cuerpo blanco y grande (el de ella). Su pene se erecta y empieza a besar a carmen apasionadamente, cosa que Carmen por su estado no le podía corresponder, de bajo de su jean saca su miembro y lo introduce a la boca de Carmen una y otra vez y otra, toma la falda y la retira bruscamente del cuerpo cuasi inerte de Carmen, y la huele… ella libre de perfume alguno, dotada simplemente de los vapores de su tanga, aquella que Manuel lame y huele a inspiraciones profundas como el dolor por la infidelidad, retira pronto la blusa de Carmen y la lanza a un matorral. Ahí están esos senos grandes y blancos erguidos por el sostén y decorados por el encaje. Empieza a ascender besándole, posa su cara entre la dos puchecas cálidas aun y espera… desciende de nuevo y su glande gotea claro liquido, se lo soba un par de veces y le baja lentamente la tanga tipo hilo dental, ahora con ese amor y pasión que la beso en su época de enamorado, con esa misma pasión y amor ahora besa la vagina y empieza a chupar el clítoris con mas y mas fuerza, levanta la mirada y de un solo tirón le quita el brasier, dejando ver unos pezones pequeños y de punta semejante a las pirámides de Egipto. Levántose Manuel, toma su miembro con la mano izquierda y con la derecha le abre arrodillado a ella las piernas, la penetra hasta finalizar el coito con el murmurar del río, escupe sobre su rostro (el de Carmen) Entonces la arrastra hasta el estiaje y le coloca boca abajo con la cabeza bajo el agua donde sin poder hacer cosa alguna muere ahogada. Se desnuda por completo y sale a correr arrancándose los pelos y gritando: por perra! cuando salió aturdido a la carretera gritando, un camión con pañales le atropelló dejándole los intestinos y los sesos que ya había perdido.

 

Nocturno

 

Carmen estaba ahí, en el borde del río, tirada, completamente hermosa y muerta. Carmen ¡ay bella Carmen! un corazón de piedra te había matado; era firme y blanco como tus dientes. Tu carmen de inconmensurable belleza, esa noche serias la protagonista del lecho. De momento el rio aumentó un poco su caudal, tu cabello negro y crespo  jugueteaba con el ir y venir de las aguas, una noche fría como tu níveo cadáver, concertada por el inconsolado grillo, que parecía llorar la muerte vuestra, la brisa jugaba con las plantas aledañas, parecían celebrar con su movimientos tu muerte. Las hojas lanceoladas querían vengarte y los sapos cantaban y fornicaban indolentes de ti.

 

De momento esas manitos blancas y hermosas empezaron a moverse más y más, y luego tu tronco hasta que al fin, tu le mostrabas ese gran culo que poseías al mundo, fuiste volteada por la fuerza del caudal del que ahora hacías parte mostrando tus senos, rostro, y rosada vulva.

 

 Empezó  tu cuerpo como a bailar en la corriente daba graciosos giros con la mirada perdida, el agua traía consigo flores que decoraban tu cristalino y singular mausoleo. Las piedras compungidas cantaban tu réquiem, el que tú ahora ignorabas como los halagos e improperios de los bizarros y corteses que te pretendían. Las hojas lagrimean el rocío sobre las aguas que te llevan, tu portentosa vulva es penetrada por uno que otro tronco y diminutos peces juguetean alrededor de tus pezones insensibles. Tus labios rosados y grandes, esos que eran gustosos del prepucio arrugado como mojojoy, ahora eran besados por los bagres de las profundidades del río, esos labios decorados de infedilidad, ahora solo guardan silencio; como los labios de la Vagina; que mudos guardan el secreto de todos sus amores. Las corrientes te hacían abrir y cerrar las piernas, esas que abrías tanto con ese aquel y este. De momento un gran tronco interrumpe tu fluir y te quedaste estancada. Así… Estancada, permaneciste largo tiempo, hasta que el caudal retorno a su estiaje y quedaste de nuevo en un empedrado pero boca arriba esta vez.

 

Un cerdo de no muy buena fachada, salvaje y mugroso él, te observó y empezó a acercarte con cautela a ti; te gruño, nada contentaste, te toco los labios con los suyos, y tu solo veías al infinito indiferente como mirando a la celestial nada. Él algo curioso y notando tu indiferencia te mordió una teta, solo se escurrió un poco de sangre negra coagulada. No hiciste gesto alguno y ninguno de los animales presente, hizo ni dijo nada, el cerdo que tenía un hambre de marihuanero trabado solo empezó a devorar tus entrañas,  más y más hasta saciarse.

 

Tus intestinos alimentarían los coloridos peces, un sapo curioso se acercó a tu vulva y dio algunos lametazos y luego retírose. Por el resto de la noche el agua subió y bajó, solo arrastró algo más de tus intestinos; de los cuales el contenido jugaba entre tu arenoso cabello.

 

***

 

Carmen en la mañana iluminada por los rayos del sol que no veía perdió sus ojos, y algo más de sus rojas carnes y blanco pellejo hasta ser encontrada por Antonio en un paseo de olla a eso de las 12 el medio día. 

 

 

SU BAJEZA