Aurora

 

Mi querida griega de dedos rosados, Aurora de mi alma, en tu presencia los dragones de Eurípides revolotean dentro mí. Lujuriosa beldad desnuda y ebria.

 

Dioniso nos provee del sacro licor que alimenta las serpenteantes pasiones de mi rastrera alma y la tuya.

 

Unámonos en el placentero festín en donde se consumirán bajo las acaloradas llamas de la pasión mis más hambrientos deseos corpóreos. Lleva en tu mano mi querida musa, esta llama olímpica que es la cilíndrica cornisa de mi monte venusino. Lleva esta blanquecina llama a las húmedas profundidades de tu Ponto.

 

Acaricia con tu estético perfil mi atlética jabalina carnal.

Permite que miembro vigoroso de minotauro sobreviva al paso de las Simpleyades que son tus voluminosas nalgas, para luego como Icaro intente llegar al rosado sol de tus cálidos labios de ménade.

 

Dejad a Era con sus grandes y bellos ojos de ternera observar con insistencia el afrodisiaco efecto de la faena procastiando sus deberes.

Ahora mi bella griega, corre Hermes masturbándose hacia el olimpo.

Y mi imaginación vuela tan alto como él.

 

Bríndame las densas gotas de virginal ambrosia. Esculpe con tus manos virtuosas este flácido material y has de él una obra tan bella y firme como las esculturas de Pericles.

 

Has que Tiresias hable a tu pudor para que caiga en desgracia bajo del mandato de Nix.